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jueves, 13 de noviembre de 2014

Cantemos juntos.

Recuerdo que cuando era pequeño, mi abuela siempre decía que mi voz era como la de un ángel, siempre me pedía que cante para ella…
Voy caminando por la calle tierra, el sol me sigue, el día es hermoso, el verano ya está acá. Voy de nuevo a ese mismo lugar, camino y camino, me sumerjo en los árboles y me mezclo con todo y con cada uno. Soy una parte más del paisaje.
Llego a claro, donde a un costado corre un río de agua cristalina y en la orilla hay un gran tronco, cualquiera pensaría que esta escena es ficticia, pero lo cierto es que es lo más real que existe.
Me subo al gran árbol derribado y empiezo con mi melodía, empiezo lentamente, unos pocos sonidos para luego comenzar a cantar, canto y canto mi canción preferida. Canto para los árboles, para los animales, para mí, para vos, para todos, canto y canto y el sol parece brillar como nunca antes.
La canción llega a su cúspide y mi voz se alza sobre todo lo que se interponga, soy fuerte, me siento invencible, sigo cantando y el ritmo llega desde todos lados, cada parte del paisaje acompaña a esta canción.
Termino de cantar mirando hacia el cielo, tan celeste como el mar del Caribe, estoy a punto de bajar del árbol, pero algo me detiene… observo a mi alrededor y no creo lo que veo, animales, por todos lados mirándome. ¿Qué clase de película es esta?
Algo los trajo hasta acá. Ya no quiero volver, me quedo acá, voy a la parte más alta del árbol y comienzo a cantar, y canto como nunca lo había hecho antes, e sol sigue brillando el verano desprende un calor que increíble, elevo mi voz hasta lo más alto, incluso puedo escuchar el sonido de una guitarra sonando y sé que está en mi mente, pero cuando abro los ojos, hay alguien sentado en el otro extremo del árbol, una chica… y  la conozco, se quién es, la eh visto, en mis sueños…


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